martes, 10 de julio de 2012

El Gen de Dios, por Dean Hamer


Este libro plantea un problema de enorme interés, no sólo por lo que aborda, sino porque lo que se pregunta concierne a bastantes más cosas que «El Gen de Dios». Durante siglos, se creyó que la idiosincrasia de los pueblos dependía principalmente del clima, en tanto que la personalidad individual debía obedecer a otros factores. El asunto del libro de Hamer es éste: el autor, microbiólogo prestigioso, ha hecho las investigaciones necesarias para ver si la propensión a la religiosidad de cada persona depende de su constitución genética. Y lo ha abordado, claro, por la vía del ADN. Pues bien, no hay que hacer demasiados esfuerzos adivinatorios para concluir que, en efecto, ha establecido una relación entre ADN y lo que llama “espiritualidad”.


La espiritualidad es, para él, la propensión de una persona a lo que denomina “misticismo”; (hay que advertir que esa palabra es más fuerte en inglés que en castellano y, en el libro de Hamer, se refiere a todo tipo de inclinación personal religiosa, no sólo a los fenómenos místicos.) La religión, en cambio, es, para Hamer, la forma práctica concreta por medio de la cual se encauza la espiritualidad. Esto es: el judaísmo, el catolicismo, el islam... Así, se puede ser judío, musulmán, budista, protestante o católico y eso no depende de los genes, sino de la cultura. Es la espiritualidad con que se vive la religión que uno profesa -sea cual fuere- lo que está condicionado por el ADN. 

Lo cual plantea varias cuestiones de primer orden. Primero: ¿hasta dónde llega el condicionamiento del ADN? Seguramente, nadie podrá jamás responder por la vía de la experimentación, salvo cuando se trate de algún comportamiento patológico. El autor pone continua cautela en advertir que la espiritualidad no se reduce a ADN -como ninguna actitud, en realidad, se reduce a ADN-, sino que el ADN, eso sin duda, tiene que ver con ella. Sólo en un pasaje del libro, comenta que, ante este tipo de asuntos, la gente está dividida entre quienes ponen todo en la química y en la física y quienes ponen todo en el espíritu. Y dice que él se sitúa entre los primeros. Pero, a la hora de la verdad, una y otra vez demuestra que no es así (quizá porque tampoco son muchos los que apuestan solamente por el espíritu, sin química ni física).

La segunda pregunta a que lleva este libro está en la distinción entre espiritualidad y religión, sobre todo por lo que tiene de diferenciación -más amplia- entre personalidad individual y cultura. Aquí, se echa en falta un concepto claro de cultura. Sólo una vez definida, cabe preguntarse sobre su posible relación con la genética. El autor no aborda lo primero (la definición) y, sin embargo, sí se aventura en lo segundo (la relación con la genética). Asume la distinción de Campbell entre genes y memes[1] y la afirmación de que sería en los memes en los que se hallaría el código “menético” que induce a uno a mantenerse en una cultura (religión incluida) y no en otra. Pero el nudo de la cuestión está justamente en saber qué son esos supuestos memes, y eso no lo dicen ni Hamer ni Campbell. Sólo dicen que se reciben por medio de la educación. ¿No se tratará de puros y simples hábitos, que, al ser compartidos por una comunidad, configuran una cultura? Si es así, lo que habría que conocer es el proceso -probablemente fisiológico- por medio del cual la repetición de actos -incluso los decididos, o sea los radicalmente libres y, por lo tanto, espirituales- modifica de alguna forma el comportamiento del cerebro de manera que, ante la opción, nos invita a elegir aquello y no esto. Detrás de esa incógnita no sólo está el problema de la religión, sino el de toda forma cultural y, por tanto, el del sentimiento colectivo (por ejemplo, el nacionalismo o el patriotismo).

Está, asimismo, el problema de la conversión o, si se prefiere, el problema de saber por qué hay tantas personas en quienes se modifican las convicciones (o sea los memes que otros llamamos hábitos).

[1] Según la Wikipedia: Un meme (o mem) es, en las teorías sobre la difusión cultural, la unidad teórica de información cultural transmisible de un individuo a otro, o de una mente a otra, o de una generación a la siguiente. Es un neologismo acuñado por Richard Dawkins en "El Gen Egoísta" ("The Selfish Gene"), por la semejanza fonética con «gene» —gen en idioma inglés— y para señalar la similitud con «memoria» y «mimesis».

- Fuente: José Andrés Gallego en http://www.elcultural.es

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