Existe una supuesta relación entre la Francmasonería y los Templarios, ya que esta institución se inspiró, según algunas fuentes masónicas, en órdenes templarias de antiguos caballeros, como fue concretamente la Orden del Temple. Pero, los Templarios se inspiraron a su vez en sectas iniciáticas islámicas de carácter esotérico. Hay que recordar en este punto, que la mayor parte de los alquimistas europeos, por no decir todos, pertenecían a alguna orden francmasónica o rosacruz.
Aún en nuestros días, a los occidentales nos cuesta mucho admitir que la mayor parte del conocimiento, especialmente el esotérico, nos llegó a través de contactos con el Islam.
La Masonería siempre ha estado vinculada directamente con el Templo de Salomón, de donde viene el término «Arte Real», aunque otra importante vinculación se centra en la herencia de la Orden del Temple, ya que se consideró un francmasón ilustre a Joseph de Maistres, cabeza de dicha orden.
En cuanto a la vinculación de la Masonería con los Rosacruces, existe una leyenda que habla de un viaje de Christian Rosenkreuz, el supuesto fundador de la Orden Rosacruz, a Damasco, Egipto y Fez; en la que se encuentran importantes connotaciones con la orden derviche de Abdul-Qadil el Jilani, cuyo fundador es conocido con el nombre de «Rosa de Bagdad», y donde los sufíes utilizan el término war para designar la rosa y «SLB» para dar significado a la cruz.
La leyenda de Rosenkreuz no es lo suficientemente fiable para incidir en ella como tema de referencia, pero si lo es Manú, nacido cerca de Bagdad en el año 214 d.C., sabio iraquí introducido en una secta mística y autor de varios libros en los que encontramos enseñanzas de un dualismo gnóstico y cosmológico. En sus obras habla de iniciados y de unos «elegidos iluminados»; también llamaba a Jesús «el Hijo de la Viuda», palabras de las que mas tarde se apoderaría la Francmasonería.
Sir Richard Burton, traductor de Las Mil y Una Noches, masón y sufí, es quien afirma que «[...] el sufismo es el pariente oriental de la Francmasonería»; y Robert Graves, autor de Yo Claudio, entre otras obras; detalla que «los sufíes forman una antigua Masonería espiritual cuyos orígenes nunca han podido ser averiguados ni datados.» Para Robert Graves la Masonería tuvo como origen una sociedad sufí, y fue introducida en Escocia bajo el disfraz de un gremio de artesanos a principios del siglo XIV, gracias sin duda a los Caballeros Templarios. Para los sufíes contemporáneos, los masones tomaron su nombre y esquema de la organización de la Orden Babawin o Constructores, cuyo Gran Maestro fue Hassan al Bana, en el siglo XVI en Egipto. Ya Bernard Springett --en Sectas Secretas en Siria, citando Una Historia Abreviada de los Assessinos, de Ameer Alí--, explica que «[...] los diferentes grados adoptados en la logia La Morada de la Sabiduría, en El Cairo, forman un registro de muchísimo valor en la Francmasonería. De hecho, la logia en El Cairo se convirtió en un modelo de todas las logias creadas posteriormente en la cristiandad.»
Robert Graves advierte que existe entre los masones cierta tradición relativa a un origen artesano y sarraceno, y Haydn cita a los historiadores masónicos indicando: «Se dice que arquitectos de la costa africana, de religión mahometana, lo llevaron a España hacia el siglo IX.»
Idries Shah Sayed explica que los tres instrumentos de trabajo de los masones, son tres posiciones para la oración. «Buiz» o «Boaz» y «Salomón», honrados por los masones como constructores del Templo de Salomón, no fueron súbditos israelitas, sino arquitectos sufíes de Abdel-Malik.
- Fuente: El Libro Negro del Islam, por Marcel Hassin
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