Los banquetes ofrecidos por las cortes del Imperio Romano se caracterizaban por su suntuosidad y lujuria, y en muchos casos, por su extravagancia. Tales extravagancias eran consideradas por los romanos como «parte de la diversión», aun cuando generalmente sobrepasaban por mucho los límites de lo que en la actualidad se podría estimar como «socialmente aceptable».
En cierta ocasión, el emperador Commodus «obsequió» a sus invitados con dos jorobados en bandeja de plata y bañados en salsa. Este es apenas un ejemplo del uso de individuos deformes para la diversión de los sucesivos emperadores. Así, los esclavos deformes eran considerados una propiedad invaluable, llegando a pagarse mayores sumas por ellos que por aquellos físicamente perfectos.
Típico banqute en las cortes romanas |
Tales deformidades no siempre eran «naturales»; algunas veces podían ser inducidas por la propia mano del emperador. Tiberius una vez ordenó la mutilación de la cara de un pescador con una langosta viva, mientras que Commodus era conocido por extraer las órbitas de los ojos y cercenar los pies de otros hombres.
La exhibición pública de individuos con deformidades físicas no murió con el Imperio Romano, como lo demuestran los llamados «circos de fenómenos» que cruzaron los Estados Unidos y Europa durante la primera mitad del siglo XX. Las similitudes son claras. Los nuevos «fenómenos» - mujeres barbadas, siameses, hermafroditas - constituyen una fuerte reminiscencia de los deformes en la antigüedad.
- Fuente: BBC History Magazine - Enero, 2012
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