Tras la muerte de Jesús, los primeros cristianos compartían relatos de su vida y sus enseñanzas. Se escribieron decenas de textos, pero los llamados "Padres de la Iglesia" seleccionaron solo cuatro para el Nuevo Testamento; los llamados Evangelios Canónicos. Durante el siglo XX, se redescubrieron muchos Evangelios rechazados, conocidos como Evangelios Apócrifos. Algunos de éstos, como el Evangelio según Pedro, son similares en contenido a los cuatro elegidos. Otros sin embargo, como el de Judas, son notoriamente distintos, con un énfasis en la gnosis, el encuentro "directo" con Dios.
Rollos del Mar Muerto |
El Evangelio de Tomás, data de alrededor del año 110 e incluye frases únicas atribuidas a Jesús: "Si sacas lo que está dentro de ti, eso que tienes te salvará...lo que no tienes te matará."
El Evangelio de la Verdad, de alrededor del año 150, indica que las enseñanzas de Jesús liberan el alma de un imperfecto mundo físico: "Eres el día perfecto y en ti reside la luz que nunca falla".
El Libro Secreto de Juan, también de alrededor del año 150, denuncia al Dios del Antiguo Testamento por tratar de esconderle la verdad a la Humanidad. Sostiene que Adán y Eva recibieron el espíritu divino del verdadero Dios.
El Evangelio de María, de principios del siglo II, revela secretos que Jesús le confió solamente a María Magdalena.
El Segundo Tratado del Gran Set, del siglo III, dice que el verdadero Cristo nunca fue crucificado.
En la actualidad, no se tiene claro si los autores de los Evangelios, aun de los cuatro con los que estamos familiarizados, realmente fueron testigos de los acontecimientos que narran. Craig Evans, experto en Evangelios del Acadia Divinity College, dice que los cuatro Evangelios Canónicos acaboron por imponerse porque su versión de las enseñanzas y la Pasión de Cristo sonaba verídica.
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